18 de mayo de 2009

Salta, la linda

Tanto nos atrapó Cachi con su belleza que después parecía no querer dejarnos ir. Los primeros días estuvimos muy relajados disfrutando de algún paseo por las calles del pueblo y admirando esos imponentes cerros que lo rodeaban, pero sobretodo montamos el taller en el camping y pasamos la mayor parte del tiempo arreglando las bicis.

Tomi estuvo cambiando su masa trasera, lo que implica sacar todos los rayos y volverlos a poner, limando los milímetros sobrantes por la diferencia de tamaño entre la masa anterior y ésta, y al final centrar la rueda, vamos un montón de horas. Por mi parte, todavía sintiéndome mal por la guarangada que le hice a la bicicleta metiéndola en el agua, le desmonté la masa trasera y la limpié y engrasé bien por dentro. Estuvimos entretenidos un par de días practicamente.

Una mañana, mientras trabajábamos aprovechando la sombrita que nos brindaban los árboles y disfrutábamos de la fresca brisa de montaña, llegaron un par de chicos al camping pillándonos con las manos negras y el espíritu alegre. Vamos, que nos hicimos coleguillas y quedamos en compartir aunque fuera una cenita.

Para mí, todo fue terminar de montar la rueda de nuevo, y empezar a sentirme más y más mal hasta que caí rendida en la carpa a 38º de fiebre. Y bueno, tengo que admitir que aunque intento mantener el escepticismo, tanto nos comen la cabeza entre las fiebres, las gripes y el dengue, que con la debilidad del cuerpo también se me empezó a ablandar la mente y casi casi me hago creyente; ya me empezaba a imaginar en el hospital en cuarentena. En fin, sucumbí a mis dudas y fui al médico.

Resultó que sólo se trataba de un poco de amigdalitis, según el médico, porque yo todavía es la hora que tengo que sentir dolor de garganta, pero en este caso, y siguiendo con el tono religioso que ha ido tomando esto, hago un voto de fe y me lo creo; al fin y al cabo, ¿no es la medicina una ciencia oculta para el común de los mortales, que no tenemos ni la menor idea de lo que nos pasa piel adentro?

También aprovecho para comentar, porque creo que todavía no lo he hecho y que vale la pena, que la atención médica argentina, en este tiempo llevo aquí, me ha demostrado que se merece un voto de confianza. Para empezar, decir que aquí la sanidad pública, a pesar de tener muchas deficiencias (como la mayoría de los sistemas sanitarios) y de sufrir de un grave problema de falta de recursos, es absolutamente gratuita para todos; es decir que de entrada, seas pobre o rico, argentino o extranjero, el Estado hace el esfuerzo de intentar asegurarte el acceso a la sanidad, lo cuál me parece una actitud de humanismo básico que en el "primer mundo" se nos ha pasado por alto.

Pero además de esto, la consulta no es como en la seguridad social española, donde uno por lo general entra en el consultorio y apenas tiene tiempo de rozar la butaca que ya está saliendo con cuatro recetas bajo el brazo y sin tener ni idea de lo que le pasa; aquí, en la consulta médica uno se siente escuchado, examinado y lo que es mejor, sale entendiendo el diagnóstico de su enfermedad. Además de esto, casi hay que pelearse para que no le den a uno los medicamentos que le recetan.

Una vez, comentando esto con un señor que conocimos estando en Rada Tilly, me dijo que la mía era una visión muy parcial, que por más que la atención una vez que estás en la consulta es buena, eso es más la actuitud del médico que por los recursos que el estado dedica a la sanidad, porque hay pueblos alejados y zonas rurales donde los fondos no alcanzan ni para comprar una ambulancia o que hay otros lugares donde los hospitales están sobresaturados y es muy difícil conseguir turno, o que tienen unas infrastructuras muy pobres. Que se trata de un tema complicado es algo que no pongo en duda, pero no quería dejar de resaltar este aspecto, que a mí me ha dado qué pensar.

Y volviendo a temas más cotidianos, con mi amigdalitis pasé un par de días postrada en la "cama" (Tomi ya no sabía qué hacer para entretenerse dentro de los dos metros cuadrados escasos que tiene nuestra casita) y al final tuvimos que aplazar un día nuestra salida porque en verdad no me daba el cuerpo.

Pero eh, ninguna enfermedad nos impidió pasar un lindo rato con nuestros nuevos amigos. Julián y Gustavo (amigo, en mi mente quedaste gravado como Gustavo pero ahora tengo dudas... perdoname si te estoy cambiando el nombre, no es mala leche, es este despiste que tengo) recién habían acabado la secundaria y habían emprendido desde Córdoba (si! eran tocayos de Tomi y de mi identidad argentina, la que uso para entrar en los parques nacionales pagando tarifa de nacional!!!) un viaje de mochileros con destino Méjico (o donde sea) para abrir su mente. ¡¡¡Fue un gusto chicos!! Desde aquí os mandamos los mejores deseos para vuestro viaje, esperando que os dé todo lo que esperáis y mucho, muuucho más. Por cierto, si al final nos volvemos a encontrar, estaremos esperando conocer el final de "El destierro", no os quepa duda.



Aquí estamos en plan fantasmagórico con los chicos

Los chicos solo estuvieron en Cachi un día, nosotros con todo terminamos pasando allí como cinco, y apenas el último día pudimos salir un poco y caminamos hasta el cementerio, desde donde obtuvimos unas hermosas vistas del pueblo y del valle, había que aprovechar, porque al día siguiente íbamos a dejar ya definitivamente los Valles Calchaquíes.



Cachi

Si, al amanecer del quinto día decidimos que ya era suficiente y que había que volver a la ruta; yo tenía la esperanza de que un poco de ejercicio me ayudara a recuperarme y volver a sentirme fuerte, y de hecho me repuse bastante. Fue un primer día de viaje pesadito, y más después de tantos días de inactividad. Efectivamente dejamos atrás el valley emprendimos una larga subida hasta un paso de montaña que nos dijeron que estaba a 3600msnm.

En la subida hubo algunos tramos lindos, subimos por una quebrada y atravesamos un desierto de cardones, algunos de más de 10mts, pero en general fue aburrida. A partir del mediodía, y habiendo alcanzado cierta altura, se nos levantó un fuerte viento frío en contra que nos hizo el camino todavía más pesado. Por suerte a lo largo de la ruta encontramos algunos refugios y estando ya cerca de los 3200msnm nos metimos en uno para pasar la noche.



P. N. Los Cardones / Nuestro refugio al atardecer

Estuvo muy bueno porque a pesar de la altura pudimos dormir bastante calentitos y encarar el siguiente día con ganas, pues según la información que nos habían dado, todavía nos faltaba subir alrededor de 400mts. Qué sorpresa cuando sin haber pasado ni una hora pedaleando llegamos a la cima, a Piedra del Molino, que resultó estar 300mts más abajo de lo que pensábamos, ¡fue como si esos metros nos los hubieran regalado!



Piedra del Molino

Y bueno, desde allí arriba la vista era impresionante, debajo nuestro veíamos el camino bajar en zigzag por la vertiente de la montaña hasta una quebrada, todo verde excepto en los lugares dónde la roca lograba sobresalir para mostrar orgullosa sus colores. Hermoso lugar y lo mejor... ¡En bajada!

Bajamos despacito, sacando fotos y disfrutando de la vista. Y en uno de los miradores coincidimos con una excursión de abuelitos. Estábamos traginando con las bicicletas cuando se nos empezaron a acercar todas las nonas, preguntando de dónde veníamos, que cómo habíamos llegado hasta allí, que a dónde íbamos, y nos daban besos y nos agarraban del bracito y creo que nos llenaron de bendiciones como para todo el viaje. ¡Que poder tienen las abuelas para hacerlo sentir a uno cuidado y mimado sea donde sea (y sea la abuela de quien sea)! Además, resultó que ellos venían de Villa Regina, justo de donde eran nuestros amigos Mario y Norma, así que se reavivó el recuerdo que guardábamos de los ratos lindos que compartimos con ellos cuando viajábamos por el sur.



Cuesta del Obispo

La bajada fue larga y placentera, el camino en buen estado y mucho tramo de pavimento, y antes de llegar al empalme con la ruta 68, que nos iba a llevar a Salta, encontramos un lindo prado y decidimos acampar allí para pasar la noche y llegar a la ciudad al día siguiente.

Y entonces llegó el Otoño. La noche fue fría y lluviosa, y por la mañana la llovizna casi nos convence de no salir a la ruta, pero bueno, a lo largo de la mañana fue mejorando la cosa y decidimos salir, al fin y al cabo pensábamos que íbamos tener pavimento todo el camino. Pero no, más adelante el pavimento se hizo intermitente y por los pedazos de ripio cruzaban arroyos crecidos por el aguacero nocturno. En algunos momentos tuvimos un poco de problema para cruzar, pero bueno, pasamos ese tramo y después el camino estuvo bueno hasta Salta.

Llegamos a la ciudad a eso del mediodía y nos instalamos en el camping, que está bastante bueno y muy bien de precio, además de relativamente cerca del centro, lo que en una ciudad grande es un lujo. Plantamos la carpa y salimos a descubrir "Salta, la linda".



Ahí estoy en mi habitual tarea de lavar la ropa, no es para presumir pero tengo que decir que ya estoy ducha con esto, un día tuvimos que usar la lavadora porque en el hostal no había lavadero y la verdad es que me di cuenta de que yo lo dejo todo mucho más limpio!!! (que de abuelita me ha quedado esto)


De entrada, y después de tanto tiempo saltando por el monte como cabritas, meternos en el centro de la ciudad fué un shock. Me di cuenta de que hace falta una cierta habilidad para moverse por las calles y también de que la estoy perdiendo. Incluso tuve una remota sensación de tristeza al darme cuenta de que por primera vez en mucho tiempo sentía que las personas éramos un estorbo las unas para las otras.

Pero bueno, en estos ías que hemos pasado aquí ya nos hemos ido acomodando a nuestra condición de urbanitas provisionales y tampoco se nos da tan mal. Hemos estado caminando mucho, haciendo compras, renovando ropas y materiales, y también disfrutando un poco de los placeres de la urbe: vitrinear, ir al cine y hasta comer un montón de veces fuera!!!



Me compré unos guantes high quality, así que estos, pobrecitos, ya van a pasar a la historia

Hemos comido empanadas, pizza, matambre, pollo, ¡una pasada! Hay un cuchitril al lado del camping, cutrillo pero acogedor del que nos habíamos hecho asíduos clientes pero el otro día, estaba esperando llegar mi plato y de repente me encontré tenedor en mano intentando pescar una cucarachita que flotaba, muerta, en mi vaso de cocacola. Decir que en ese momento lo estaba haciendo con total normalidad, al fin y al cabo solemos comer rodeados de muchos más bichos, pero después lo pensé mejor, recuperé del fondo de la alforja mis manías urbanas (a conjunto con mi nueva condición) y me dió un poco de asco. No se si a Tomi le pasó lo mismo, la cuestión es que ya no hemos vuelto.

Plaza 9 de julio, salta



Salta desde sus calles y desde el mirador (lo que se ve colgando es el teleférico, que evidentemente no tomamos, subimos y bajamos a pata, que así se disfruta más la vista y el bolsillo lo agradece)


¡El domingo fue mi cumpleaños! Pensaba que no iba a tener mucho día de fiesta, ahora me doy más cuenta que nunca de que lo que da sentido a estas fechas es precisamente poder compartirlas con aquellos a los que amamos, y por los que nos sentimos amados. Así que lejos de casa, pues como que no es lo mismo. Pero con Tomi nos planeamos un lindo día aprovechando que Salta celebraba el día mundial de los museos abriendolos todos con entrada gratuïta y además organizando espectáculos de música, danza, folklore... Paseamos mucho, vimos cosas lindas y brilló el sol como regalándome un día de primavera septentrional en medio de este gris de otoño.



Cabildo Histórico y concierto de la banda del ejército



Plaza 9 de Julio desde el Cabildo



Iglesia de San Francisco / Exposición de carruajes y automóviles en el Cabildo



Tomi disfrutando como un nene en el museo de Ciencias Naturales / MAAM, En Salta están las momias de los niños de Llullaillaco, que fueron ofrendados por los incas hace más de 500 años, los enterraron vivos practicamente en la cima del volcán y a causa de las bajas temperaturas y la falta de presión quedaron momificados de forma natural, así como todo su ajuar. La foto no es nuestra, la he rescatado de Internet, y dejo el link del museo donde están por si quieren echar un vistazo y saber un poco más www.maam.org.ar



Danza contemporánea en el Museo de Arte Contemporáneo

Hoy ya ha vuelto todo a la normalidad, mañana veremos si por fin podemos darnos la vacuna de la fiebre amarilla, que de hecho llevamos todos estos días en salta esperando por este tema, y el miercoles arrancamos ya hacia la Quebrada de Humahuaca. ¡¡Hasta la próxima!!



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola queridos chicos!!!!....Feliz cumpleanos Berta !!!!esperamos que el proximo no te encuentre tan lejos!!!Otra vez hemos disfrutado de un exquisito relato y fotos que nos hacen viajar tambien.Ines y Nico te saludan por tu cumple, estan tan ocupados con el trabajo,pues solo tienen medio dia libre!!!cuidense mucho y disfruten.besos,Hector y Patricia

Anónimo dijo...

Quin relat més acurat i interessant, m'he sentit un altre cop transportada lluny d'aquí !!!! Esteu molt guapos i feu molt bona cara.
Com sempre, gràcies per escriure i ANIMS per seguir!!!!
Mum

Anónimo dijo...

Per cert, això de les etiquetes està molt bé !!! es pot accedir immediatament a aventures anteriors. També ho fèu vosaltres???
Mum